Toy Story 3 es maravillosa, como lo eran las dos primeras películas. Es más de lo mismo: divertida, conmovedora, emocionante. Y ése es un poco el problema: que lo que hace Toy Story 3 ya lo había hecho la primera secuela, que es francamente difícil de superar. El final de Toy Story 2 nos mostraba a un cajón de juguetes que había conseguido aceptar su mortalidad. En esta tercera parte, algunos personajes parecen haber olvidado lo que habían aprendido (sobre todo Jesse, que ya había sido abandonada por su dueña), y se vuelven a tocar muchos de los mismos temas. La amenaza esta vez no es un coleccionista que no juega con sus juguetes, sino el vertedero (que es la muerte misma para los juguetes). La película intenta equilibrar la gravedad de la situación con más humor, mucha emotividad, y más optimismo.
Tengo mucha curiosidad por saber qué van a hacer en la versión castellana con Buzz Lightyear, que habla en castellano en la versión inglesa, y se marca unas pocas poses flamencas. El estereotipo no molesta demasiado, porque por lo menos no confunden México con España. ¿Le doblarán con acento andalú? Mis amigos allende los mares, por favor contádmelo cuando la veáis.
Toy Story 3 merece la pena verse, como lo merecían las anteriores. Es un caso increíble de calidad consistente en una saga (si no tenemos en cuenta la trilogía de El Señor de los Anillos, que en realidad se rodó como una sola película). Ah, y no os olvidéis el pañuelo.
1 comentario:
Bueno, me encanta que vuelvas con tus crónicas. ¿De verdad había pasado tanto tiempo desde la última? ¡Qué fuerte!
Sobre Toy Story 3, ya sabes que no soy yo mucho de este tipo de pelis (o este tipo de animación), pero igual me acerco a verla, porque la verdad es que poca cosa decente hay últimamente.
Besos.
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