domingo, 5 de diciembre de 2004

Hablemos de sexo

Esta entrada, la he escrito a ratos, va de sexo, o más bien de educación sexual. La semana pasada vi Kinsey, la biografía del primer científico que se dedicó a estudiar la conducta sexual humana, para lo que entrevistó a 18.000 sujetos en todo EEUU.

La película ha causado revuelo aqui en los 'Estates', especialmente entre las asociaciones cristianas. Probablemente ya os estéis figurando por qué--hablan de sexo sin tapujos!! Ya sabéis que aquí todo lo que lejanamente suene a sexo (como la teta de Janet Jackson) escandaliza a unos pocos que entran en estado de shock (los mismos, por cierto, que defienden la enseñanza del creacionismo en lugar de la teoría de la evolución). Tengo que aclarar que esta panda de puritanos radicales de neuronas hipodesarrolladas son minoría, pero hacen mucho ruido.

Lo que escandaliza a estas asociaciones es, primero, que se haga una biografía de este personaje, al que acusan de la promiscuidad y promover la pedofilia. El 'proteger a nuestros hijos' se convierte en la excusa de todas las cruzadas cristianas en este país, y como no les valía la calificación R (mayores de 17 años) que tiene la película, pues han buscado otra cosa. El grupo que mas ruido hace se llama Focus on the Family, y tacha a Kinsey de científico poco riguroso, criminal y persona emocionalmente inestable para invalidar toda su investigación.

La objeción que suena menos fanática es que Kinsey entrevistó a violadores y a pedófilos para añadir su perfil a su encuesta, sin denunciarles a la policía. Es cierto que esa postura es moralmente reprobable; el problema es que Kinsey partía de la suposición de que no se sabía lo que era normal, y quería estudiar todo. La objeción más fanática es la que acusa al señor este de la 'revolución sexual', por la que "perversidades" (según los fanáticos estos, ojo) como la homosexualidad, el o el travestismo se han generalizado en la sociedad porque los estudios de Kinsey los sacaron a la luz. Lo cierto es que los estudios de este señor ha mucho que se han superado; su mérito está en que fueron los primeros, y que lucharon contra viento y marea para publicarlos.

La película está dirigida por Bill Condon (sí, tiene un apellido gracioso que pega con el tema), que ya dirigió la preciosa Gods and Monsters (Dioses y Monstruos). Kinsey no está tan lograda como aquella, pero sigue siendo una muy digna película biográfica, con un reparto fantástico--Liam Neeson tan estupendo como últimamente, y Laura Linney demonstrando que se puede ser tan buena como Mery Streep pero sin tanto bombo, y un elenco fantástico de secundarios (Peter Saarsgard, Chris O'Donnell, Oliver Platt, Timothy Hutton, John Litgow, Tim Curry, y al loro con el cuasi-cameo de Lynn Redgrave). A la historia no se le puede acusar de no tratar con los asuntos más polémicos de la investigación, como cuál es el papel de los sentimientos en la conducta sexual, los estudios a pedófilos, o la propia conducta sexual de Kinsey, pero es cierto que podría expandir más en ellos. No se puede acusar a la película de ser cruda o frívola, porque no lo es; no es una hagiografía ni un homenaje, es la historia de cómo un científico se dedicó a combatir el prejuicio y la hipocresía. Condon, como activista gay, parece que quiere dar las gracias a Kinsey, porque gracias a su estudio se demostró que la homosexualidad era mucho más común de lo que se quería hacer creer, y fue el primer apoyo que encontraron los activistas gays para empezar a reclamar que su tendencia sexual no era una abominación. Es una película digna, de factura intachable, y refrescante de ver en estos lares invadidos por un conservadurismo extremo.

Por cierto, me gustaría saber cómo se vende esta película en otros países. El primero el cartel de la película en EEUU, el de la derecha es el de la película en Reino Unido.



Y es que el sexo está de moda siempre. Si hacemos caso a Freud, todo el mundo piensa en el sexo, pero por lo visto hay gente que quiere dejarle en ridículo (hay gente pa tó). Eso es lo que dicen en este artículo del Magazine de El Mundo, La hora de los asexuales

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