Hoy se cumple un año desde los atentados en Atocha, y hacer mi aportación al recuerdo general. Llevo más de un año sin pisar Madrid, y no he podido hacer presencia en ningún homenaje. Así que desde estas líneas de mi modesto blog, quiero publicar mi solidaridad y enviar todos mis mejores deseos a todos los curritos de España, que hoy aún se sienten vulnerables.
Para los que somos de Madrid, en especial de la zona sur y este, cuando decimos "En esos trenes íbamos todos" nos sale del corazón. Porque es verdad. Porque muchísimos de nosotros hemos cogido esos mismos trenes, a esas horas, para ir a estudiar o trabajar. Es la línea que durante 6 años cogí para ir a estudiar a la Autónoma, en el mismo andén donde explotó la primera bomba.
Lo primero que te viene a la cabeza es todos tus amigos y compañeros, todas esas personas con las que has compartido viaje tantas mañanas. Nadie de mi círculo más cercano resultó afectado, aunque más de uno se libró por los pelos. Sí conozcía a una de las víctimas, Abel, que fue compañero de instituto y cumplía años ese día; otra compañera de instituto perdió a su hermano. Sin embargo te da la impresión de que conoces a todo el mundo. Y así es, conoces a todos, porque has viajado con ellos tantas mañanas de tu vida que ya forman parte de ella. A los estudiantes como yo que leían sus apuntes en el tren. A los que iban escuchando a Gomaespuma y se reían solos cuando el resto del vagón estaba medio dormido. Al niño de la Gameboy, que se sentaba en frente mía y me daba patadas en la espinilla mientras jugaba al SuperMario. A las señoras que se ponían a discutir alegremente los cotilleos de la tele, y que hablaban tan alto que no me dejaban dormir en el asiento. A los emigrantes que iban a trabajar con una actitud digna y conversaban con sus compatriotas en un precioso acento sudamericano o en lenguas que nunca entenderé. A los chicos y chicas que flirteaban de camino al instituto. Todos ellos íbamos como sardinas en lata en aquellos vagones; a veces escuchando música clásica a todo volumen porque el conductor así lo había querido. ¡Ya era hora de que nos despertáramos, hombre!
Los cercanías son los trenes de las hormiguitas, los que tenemos que currar todos los días, haciendo nuestras cosas pequeñas que para nosotros son un mundo. Las hormiguitas hemos sido las víctimas, y no algunos políticos con muy poca vergüenza. Soy una hormiguita, y hace un año muchas hormiguitas compañeras de viaje se quedaron en el camino, y a otras se lo cambiaron por completo. Y otras muchas han de coger el tren todos los días, porque ni siquiera se pueden permitir el lujo de cambiar de ruta.
Con todo mi cariño, para todas las hormiguitas.
1 comentario:
ciertamente, nefasto aniversario
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