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lunes, 15 de abril de 2013

Trance: Danny Boyle vuelve a sus orígenes


Danny Boyle es una de mis debilidades cinéfilas, en parte porque sus dos primeras películas tienen lugar en Edimburgo, una ciudad a la que le tengo tremendo cariño, y en parte porque es uno de los pocos directores que saben utilizar el estilo de los videoclips para contar una historia. Creía que con el oscar se me iba a achaparrar y hacer películas noñas, pero ya demostró que no iba a ser el caso con 127 horas (2013). Con Trance (2013) se vuelve a reunir con el guionista John Hodge, autor de los guiones de sus cuatro primeras películas, y vuelve a rodar en Reino Unido. Y para mi deleite personal, el protagonista (James McAvoy) vuelve a tener acento escocés.

La película también me daba buena espina, porque además de Hodge, el co-guionista y autor de la historia es Joe Ahearne, guionista de los mejores episodios de Doctor Who con Christopher Eccleston. El tráiler de la película tiene un aire psicodélico que recuerda a los viajes de Trainspotting (1996) y el surrealismo de Una Historia Diferente / Vida sin Reglas (A Life Less Ordinary, 1997). 


La premisa de utilizar la hipnosis para recordar los detalles del robo de un cuadro podría haberse desarrollado como si fuera una película televisiva a la hora de la siesta. Pero no. Trance es la (relativa) sorpresa más agradable que me ha dado una pantalla de cine en los últimos meses. La manida frasecita de "nada es lo que parece, uuuuh" está estupendamente llevada, gracias al soberbio reparto, McAvoy, Vincent Cassel y Rosario Dawson, que podría sostener la película ella solita. 

Los primeros minutos de la película dan la impresión de que el protagonista es un primo de Renton, el protagonista de Trainspotting, con la cínica narración en primera persona que nos prepara para el resto de la película. Desde el momento en el que aparece Dawson, el estilo visual toma tintes surrealistas y la trama se complica. Hacia la mitad de la película empecé a preocuparme por cómo se resolvería el meollo, temerosa de que todo se explicara de manera peregrina como al final de Psicosis (Psycho, 1960). Pero la trama está en excelentes manos, y se resuelve a ritmo de la música de Underworld de tal manera que Philip K. Dick estaría orgulloso.

Aunque a algunos el argumento les ha parecido demasiado complicado, y los hay que no soportan el estilo videoclipero de Boyle. El cóctel de Boyle haciendo una película de suspense con tintes de pseudo-ciencia ficción alegra a mis pupilas y tímpanos cinéfilos. 


martes, 7 de agosto de 2012

Indomable: Una película para madres e hijas

Indomable (Brave, 2012), Valiente en Latinoamérica, es una película que está hecha para mí, como si fuera de encargo. Pixar a la cabeza (aunque me negué a ver Cars 2), la protagonista es una chica de armas tomar, tiene lugar en Escocia, una nación a la que tengo mucho cariño, con actores escoceses de verdad, o que saben hablar con acento escocés, como mi queridísima Emma Thompson, y para rematarla, la música es de uno de mis compositores favoritos, Patrick Doyle (que también es escocés). Como extra, uno de los co-directores / co-guionistas es Steve Purcell, conocido por los cómics de Sam & Max, y por ser ilustrador de las aventuras gráficas de la época dorada de LucasArts, como The Secret of Monkey Island.

Iba preparada para que me gustara la película, pero con ciertas reservas. Había leído un par de reseñas que parecían decepcionadas con el resultado, más porque era más Disney que Pixar. Preocupada por que al final acabara siendo algo como Cars (2006) o Monsters Inc. (2001), dejé pasar una semana desde su estreno hasta que he ido a verla. Creo que el problema de estos críticos es que tenían unas expectativas estratosféricas, que ninguna película podría alcanzar, y no han llegado a darse cuenta de que Indomable es una pequeña maravilla, inusitada entre tanta tontería hollywoodiense.


Es cierto que por la premisa es una película de princesas a la Disney, como Mulan (1998), o la reciente Enredados (Tangled, 2010). Si la comparamos con Enredados, que ya me sorprendió gratísimamente, es tan o más divertida, de maravillosa factura visual, y con mejor banda sonora (vale, en esto mi opinión es muy parcial). Pero la princesa Merida, que es escocesa y no extremeña, no se limita a ser una aguerrida princesa que se forja su propio destino. Indomable trata sobre la relación entre una madre y una hija, su conflicto, en el que ninguna de las dos termina de estar equivocada o tener razón. Es mucho más sutil y humana que las películas de princesitas y magia, como La Bella y la Bestia (Beauty and the Beast, 1991), por ejemplo. Además, la película se atreve a subvertir las convenciones de los cuentos de hadas (atención, que os destripo la película hasta el final del párrafo): al final, el triunfo de la princesa no consiste en casarse con quien ella quiere, sino en que todos se casen con quien les dé la gana, y cuando mejor les venga, y eso no tiene que ser durante la película misma. 

Las mujeres son las que llevan la batuta: la reina (interpretada por Emma Thompson en inglés) tiene que enseñar a su hija a ser inteligente, porque los hombres son una panda de brutos y gamberros. El rey, bonachón y campechano, gobierna a golpe de carisma en lugar de estrategia. La reina pone las reglas, y la princesa las desafía; mientras que los hombres se dedican a las peleas de bar, ellas son las que dan el resto y luchan por el reino. La tercera fuerza en la película es una brujita, que sabe mucho más de lo que parece. Los hombres están para la comedia, mientras que las mujeres llevan el drama de la película.

Indomable no es perfecta, por supuesto. El típico momento de revelación es un poco forzado y parece salir de la nada. Los tres hermanos de la princesa son un poquito estereotípicos, y parece que los personajes les tratan más como mascotas que como personajes. Si me pones, son como el conejito Max de las historias de Steve Purcell, salvajes y siempre con hambre. Pero ahí se acaban mis objecciones.

Después de leer un poquito más sobre la película, me entero que iba a ser la primera película de Pixar dirigida por una mujer, pero la despidieron cuando ya llevaban 3/4 de la película hechos. Según las entrevistas, Indomable podía haber sido mucho más feminista y menos típica, lo que me entristece un poco. A ver si la próxima tenemos una película sobre mujeres, hecha por más mujeres, para que la vean madres e hijas juntas. De momento, si nos tenemos que conformar con Brave, no estamos demasiado mal.

Para acabar, os dejo con el trailer de la película en Japón, que presenta la película como si fuera la versión escocesa de La Princesa Mononoke (Mononoke-Hime, 1997).

jueves, 2 de agosto de 2012

La falsa promesa de Prometheus

Vi Prometheus (2012) la semana que se estrenó en EEUU, pero me he abstenido de escribir nada porque todavía me dura el cabreo. Como se estrena ahora en los países de habla hispana, quiero aprovechar para enviar mi advertencia: no perdáis el tiempo con Prometheus.

Puede que mis expectativas fueran demasiado exigentes. Las dos películas de ciencia ficción que había dirigido Ridley Scott, Alien: El Octavo Pasajero (1979) y Blade Runner (1982), aparecen perennemente en las listas de mejores películas del género. Los dos vídeos virales, una TED talk con Guy Pearce y un anuncio de androides con Michael Fassbender, eran para que se te hiciera la boca agua. Pero al final parece que, por una vez, el márketing tenía mejor idea de lo que iba la película. No os quiero hacer perder el tiempo con una larga crónica de una película que no la merece. Así que aquí va el resumen:
  • Un desperdicio de reparto, quienes tienen que bregar con personajes que se empeñan en vocalizar sus motivaciones de la manera más estúpida posible.
  • Un guión patoso que se empeña en demonstrar que los guionistas no han visto las películas de Alien recientemente. A los que van de bohemios pueda que les parezca que el argumento confuso es para hacer pensar al público, que hay que verla más veces, cuando en realidad los primeros que no parecen haber pensado son los guionistas y la película no tiene ni pies ni cabeza. Damon Lindelof parece que se ha traído lo peor de la serie Perdidos (Lost, 2004), para situarlo en un planeta lejano.
  • Visualmente es manida y con poco lustre, algo que nunca pensé que se podría decir de una película de Ridley Scott.
Si os gusta la ciencia ficción, ved los vídeos virales, que os he puesto abajo. Luego revisitad Alien, o Aliens (1986), o Blade Runner, lo que más os apetezca. Vuestras pupilas y vuestros bolsillos os lo agradecerán.



miércoles, 21 de diciembre de 2011

El Topo: Espías y Más Espías.

Le tenía muchas ganas a la película de Tomas Alfredson, con un reparto sacado de mi lista de actores favoritos, a saber: Gary Oldman es George Smiley, acompañado de Tom Hardy, Benedict Cumberbatch, y Colin Firth entre otros. Recibida con muy buenas críticas, se veía muy prometedora, y los tweets de gente que ya la había visto destilaban entusiasmo. Un amigo mío, sin embargo, disentía violentamente con los críticos. Y después de verla, tengo que estar más con mi amigo que con la crítica: El Topo (Tinker, Taylor, Soldier Spy, 2011) es una película gélida, maravillosamente ambientada, con actores fantásticos, pero un guión un tanto patoso. 

Esta nueva adaptación de la novela de John LeCarré (ya había sido una miniserie televisiva en los 70 con Alec Guinness) confía en el carisma de sus actores para crear los personajes. Supongo que siempre es un tema delicado el intentar la caracterización de un espía, quien precisamente vive de aparentar quien no es. Por un lado hay un problema de cantidad: los personajes se acumulan sin dar tiempo a conocerlos. También se resiente la calidad: el guión no nos da mucho a lo que agarrarnos emocionalmente, y cuesta empatizar con el repertorio que se pasea por las oficinas del MI6. Los actores resuelven la papeleta hasta cierto punto, porque parecen conocer a los personajes que interpreta. Pero esto no quita el aire gélido de la historia, y no es precisamente porque tenga lugar durante la Guerra Fría.

Esto resulta aún más evidente cuando aparecen dos personajes específicos: Kathy Burke, que ha envejecido muy mal, es la cansada voz de la razón, y la primera que se preocupa por Smiley a nivel personal. El remate llega el momento en el que Tom Hardy aparece en escena: en cuestión de un minuto, proporciona la emoción y la empatía que el resto de los personajes nos habían negado hasta ese momento, porque parece el único ser humano. (No me canso de repetirlo: ¡qué estupendo es Tom Hardy le pongan lo que le pongan!)

A los problemas derivados del amplio reparto se añade un argumento complicado, probablemente derivado de la novela (que no he leído). Si estamos hablando de una historia de espionaje (del de verdad, no las fantasías de acción a lo James Bond), se necesita un guión sólido, dónde se sepa quién es quién, de dónde viene la información y, sobre todo, por qué es importante. Al principio la intriga se sostiene con la trama, pero hacia el final con tanto nombre, pseudónimo, engaño, oficinas, información, países, cuando se descubre quién es el topo, no se sabe de dónde ha salido. (Cuidadín, el resto del párrafo frase destripa la película, seleccionad el texto por vuestra cuenta y riesgo). No hace falta ser un espía al más alto nivel para darse cuenta de que el culpable es el que más parecía ser una mala persona y es un traidor fuera de su trabajo. Lo que me llama la atención de la historia es cómo las claves de todo parecen tenerlas los personajes femeninos, pero son todas secundarias, y sin poder influir en los acontecimientos). La cara de una de ellas se oculta deliberadamente, y aún no sé si es porque se la quiere dejar de lado, o para indicar que es un peón más de la complicada partida de ajedrez.

Por otro lado, la película es un regalo a los ojos y los oídos. La película clava el look de los 70, como si se hubieran metido en una máquina del tiempo; Alberto Iglesias trae con su música el suspense que la enrevesada trama deja escapar por sus rendijas. Y ver a tanto actorazo junto siempre es un regalo, aunque un guión mejor hubiera permitido sacarles más partido. Lo mejor, el montaje final, a ritmo de Julio Iglesias masacrando "La Mer" en francés.


viernes, 9 de diciembre de 2011

La Invención de Hugo: Un juguete con poca cuerda

Martin Scorsese ha sacado película nueva, así que tocaba ir a verla, aunque con muchas reservas a costa del trillado trailer con que se anunciaba. Sin los gángsters ni Nueva York que son marca de la casa del director (la acción tiene lugar en París), La Invención de Hugo es una película con encanto prefabricado y previsible, con ciertos brochazos maravillosos que nos recuerdan que detrás de la cámara está uno de los mejores cineastas de la historia.


La película está basada en un cómic en blanco y negro, que en la versión cinematográfica se ha vuelto una paleta de colores basada en naranja y azulón (teal en inglés, xarxet en catalán), como se puede apreciar en la foto. Esta paleta ya se ha criticado por ser demasiado habitual en películas de acción y terror Hollywoodienses, porque se usa ya casi por defecto. Aunque en un principio esperaba que la paleta cambiara (y lo hace un poquito en la segunda mitad de la película), la manipulación digital de photoshop barato me ha puesto de mal humor. ¿Qué narices hace Scorsese imitando a Michael Bay?

El argumento es bastante previsible, con una tendencia irritante a enfatizar las metáforas en el diálogo ("¡eres como una máquina, estás roto y necesitas que te arreglen!"), y a hacer explícitos los motivos y los pensamientos de los personajes. En manos de otros, esto hubiera sido un bodrio, pero el reparto maravilloso en el que hasta los papelitos pequeños tienen un actorazo, la factura visual, y una hechizante banda sonora de Howard Shore salvan la historia, y hacen que la película merezca la pena. Bueno, Sasha Baron-Cohen y sus gracietas están un poco fuera de tono, pero puede llegar a ser tolerable.
 
La joyita escondida de La invención de Hugo se encuentra en la segunda mitad de la historia, en la que Scorsese escribe una carta de amor al cine mudo, en particular a las películas de Georges Méliès. Los ratos en los que nos lleva a las ferias donde se proyectaban las primeras películas, y nos muestra como se rodaban, nos transporta a un tiempo en el que hacer películas era cosa de magia, y poder verlas significaba caer en el hechizo del celuloide. Vemos películas que se hacen por amor al séptimo arte, no para arrasar en taquilla; de la misma manera, Scorsese brilla en sus homenajes a Harold Lloyd, a Buster Keaton, a Chaplin y a Méliès, mientras que el resto de la película parece más hecha por un director a sueldo. A ver si para la próxima le dejan un presupuesto más modestito a tito Marty, y así se nos luce como acostumbra.



lunes, 1 de agosto de 2011

Super 8: JJ Abrams quiere ser Spielberg

La cartelera veraniega está un poco desolada, así que he acabado viendo Super 8 (2011) en el cine al lado de mi casa. Aunque es entretenida y de buena factura, para los que hemos crecido con las películas de tito Steve, la película es previsible y formular.

Según IMDB, JJ Abrams quería rendir homenaje a las películas de Spielberg de los 70 y 80, desde Tiburón (Jaws, 1973), a Encuentros en la Tercera Fase (Close Encounters of the Third Kind,1979), a E.T. El Extraterrestre (1982), así como a las películas que produjo en los 80. Y no hace falta que lo diga: desde la pandilla de niños que se enfrenta a circunstancias extraordinarias, a las familias monoparentales con problemas de comunicación que superan al enfrentarse a una crisis de exageradas proporciones. Tenemos un misterio terrorífico que se revela paulatinamente, en un pueblo del medio oeste americano en el que nunca pasa nada. Todo acompañado de una banda sonora que recuerda mucho a John Williams, pero que está compuesta por Michael Giachinno (uno de mis compositores recientes favoritos).

Abrams tiene muy buena mano para plantear misterios (sólo hay que ver la serie Perdidos (Lost, 2004-2010)). Es un director y guionista competente, pero le falta brío y sello propio. Quiere ser Spielberg, y para ello ha conseguido que Spielberg mismo produzca la película, pero no tiene una narrativa particularmente expresiva o llamativa. Spielberg también copiaba a los maestros (David Lean más que nadie) y es una enciclopedia cinematográfica andante. Abrams creció en Hollywood, y utiliza La Guerra de las Galaxias (Star Wars, 1977) como principal referente, y parece aspirar a hacer más de lo mismo. Bien hecha, entretenida, pero sin desafiar convenciones o tomar muchos riesgos.

Donde más se nota la diferencia con Spielberg es que el reparto principal, compuesto por actores en la temprana adolescencia, le falta un poquito de espontaneidad. Y aunque son todos muy buenos, en especial los protagonistas Joel Courtney y Elle Fanning, tienen un poquito de "niños Hollywood" que nada tiene que ver con el candor de Henry Thomas y Drew Barrymore en E.T. (1982), o del precoz Christian Bale, que aún pone los pelos como escarpias en El Imperio del Sol (Empire of the Sun, 1987). De todas maneras, los chicos tienen su gracia y su gancho; Cary (Ryan Lee) es un pirómano precoz muy divertido, por ejemplo. Pero también se ve el ramalazo de Abrams en el personaje de Charlie (Riley Griffiths), un aspirante a cineasta que rueda una película casera con la pandilla (de ahí el "Super 8" del título). Charlie tiene un vocabulario y una soltura inusitadas para un chico de su edad que vive en mitad de la nada (Ohio es muy grande), y con pocos medios. Habla como hablaría Abrams, que ha crecido entre cámaras gracias a su padre productor.

Mis objecciones son fruto de que me estoy volviendo un poco gruñona, pero he pasado un buen rato con la película. Es una buena razón para salir de casa, asustarse, reír y emocionarse acompañada/o de unas palomitas al refugio del aire acondicionado de la sala.

jueves, 7 de julio de 2011

Balada Triste de Trompeta: El horror, el horror...

Después de muchas peripecias, por fin he visto Balada Triste de Trompeta (2010), la última película de Álex de la Iglesia. Rocambolesca y barroca, es una película incómoda a la vez que cautivadora. Está lejos de ser una película redonda, sus cualidades inclasificables han dividido a los críticos, pero los riesgos que ha tomado De la Iglesia para contar esta historia, tan retorcida como personal, hacen que merezca la pena el mal rato que se pasa.

El humor de Balada Triste de Trompeta es negro tizón, negro del que no se quita, negro tan negro que es incómodo y llega un punto en el que no tiene gracia. Desde mi punto de vista, es porque no es una comedia, sino una película de terror. La brillantísima secuencia de créditos iniciales lo deja claro: el montaje hace claros los paralelos entre los políticos, los religiosos, con los payasos y las figuras del cine de terror y fantástico. La imaginería fascista y católica es puntuada con una música para los pasos de semana santa. Es una historia de sufrimiento continuo y sus efectos devastadores. Es como si Michael Haneke se fuma un porro y se pone a contar la historia de España como si fuera una película de acción Hollywoodiense.



La parte más floja es la de los personajes, que se ven un tanto desdibujados. Javier (Carlos Areces) es de quien más sabemos, pero eso no nos ayuda a entender el porqué de su conducta (y su locura). Queda claro que és un imbécil, pero hasta los imbéciles pueden tener encanto (como ya nos ha demostrado otras veces De la Iglesia). Las contradicciones que motivan el triángulo amoroso de la película no parten de la naturaleza inconsistente del ser humano, sino de poner los personajes al servicio de un argumento que tiene menos importancia de la que parece. A veces parece que hay una metáfora entre escena y escena; Natalia (Carolina Bang) se divide entre el payaso político Sergio (interpretado por Antonio de la Torre) y el payaso religioso, Javier.  El principal problema es una tendencia a forzar situaciones memorables, como los artistas circenses en una batalla luciendo sus trajes a un payaso psicópata armado con una metralleta, pero sin dejar que la psicología de los personajes avanze los eventos de la historia. El reparto, compuesto de los habituales del director, es lo que salva un poco los desvaríos argumentales. (Todavía no me he recuperado de oír a Manuel Tejada, galán español de los 80, diciendo "joder").

En España la película ha salido en DVD hace poco. En Argentina tiene que estar ya en las pantallas ; no he encontrado fecha de estreno en el resto de países hispanohablantes, En los EEUU nos tenemos que esperar hasta agosto para verla en pantalla grande, y aún y así su distribución será limitada.

jueves, 24 de marzo de 2011

¡Agáchate, maldito!: La maestría olvidada de Sergio Leone

Cada vez que se da una lista de las obras maestras de Sergio Leone, se suele dejar fuera Giù la testa (¡Agáchate, maldito! / Érase Una Vez La Revolución / Los Héroes de Mesa Verde, 1971), y aún no encuentro por qué. Se reconocen siempre los méritos de la trilogía del dólar, cuando ¡Agáchate, maldito! es también parte de una segunda trilogía con Hasta Que Llegó Su Hora / Érase Una Vez El Oeste (C'era una volta il West, 1968) y Érase una vez en América, (Once Upon A Time In America, 1984). Esta es una de esas buenas películas que te has perdido, más que nada porque es una película ambigua, extraña y ni siquera se puede calificar como una película de género, porque tiene lugar durante la revolución mexicana.También probablemente tenga la culpa la existencia de varias versiones de la película, con diferentes títulos, y cada una con omisiones que impiden entender la historia. Afortunadamente, hace 6 años salió a la venta la versión completa en DVD, reconstruida a partir de las diferentes versiones de acuerdo con el montaje original.

Los protagonistas son Juan Miranda (Rod Seiger), el líder de una banda de bandidos compuesta por sus hijos y su padre, y Seán Mallory (James Coburn), un terrorista irlandés experto en dinamita. Si los personajes de los spaghetti westerns de Leone eran ambiguos, aquí tenemos a dos tipos quienes resulta algo difícil calificar de héroes. Miranda es un cobarde que sólo piensa en su propio provecho, que ignora que en su país está en medio de una revolución, mientras que Mallory es un fugitivo que ha acabado en una revolución distinta a la suya. Ninguno de los dos me resultaron particularmente simpáticos (particularmente Miranda), pero a medida que la película nos deja conocer a los personajes más, conseguí entenderles, sin que realmente se rediman. Mientras que se puede adivinar lo que motiva a Miranda, el personaje de James Coburn es un héroe romántico, ambiguo y oscuro; parece que ya no tiene nada que perder, y se apunta a luchar en la revolución de otros, porque la suya no le salió muy bien. (Y nadie le ha sacado partido a la cara de Coburn mejor que Leone.)

Lo más fascinante de ¡Agáchate, Maldito! es su interpretación de lo que es una revolución.
La revolución, la revolución. Yo sé muy bien cómo empieza. Llega un tío que sabe leer libros, y va donde están los que no saben leer libros, que son los pobres, y les dice: "¡Ha llegado el momento de cambiar todo, aquí hay que haber un cambio!." Y los pobres van y hacen el cambio. Luego, los más vivos de los que leen libros se sientan alrededor de una mesa, y hablan y comen, hablan, hablan y comen, y mientras ¿qué fue de los pobres diablos? Todos muertos. 

Pero la película nos cuenta la historia paralela a lo que describe Miranda: los intelectuales (como Mallory o el doctor Viega) ciertamente la organizan y facilitan , pero la revolución en realidad no es una lucha de ideales, sino una serie de luchas individuales, con motivaciones personales. Miranda es un héroe por accidente, sus "hazañas" son actos egoístas que da la casualidad que benefician a la revolución de Emiliano Zapata. La revolución también es una serie de desigualdades: en los enfrentamientos no vemos ninguna batalla, sino un bando masacrando al otro, que apenas tiene oportunidad para la defensa.

También tenemos en esta película un Leone que experimenta con la cámara incluso más de lo habitual, con zooms setenteros, y cámara lenta en unos flashback oníricos; Enno Morricone cumple con creces con una banda sonora evocadora que parece revelar lo que piensan los personajes. Las explosiones en la película, que sirven para demostrar la habilida de Mallory como dinamitero, son espectaculares aún hoy (ya las querría el lelo de Michael Bay para sí). Y el México de Leone, como en otras ocasiones, se parece muy sospechosamente al desierto de Almería y a la sierra de Burgos.

viernes, 18 de marzo de 2011

Nunca me abandones: Dramón británico del siglo XXI

La principal razón por la que fui a ver Nunca Me Abandones (Never Let Me Go, 2010) es por la combinación de Kazuo Ishiguro, autor de la novela original y de Lo que Queda del Día (The Remains of the Day, 1993), y el guión adaptado de Alex Garland, que además de haber escrito la novela en la que se basó La Playa (The Beach, 2000), ha sido el guionista más interesante con el que ha trabajado Danny Boyle en la pasada década (a saber: 28 Días Después (28 Days Later, 2002), y la infravalorada Sunshine: Alerta Solar (Sunshine, 2007)). El trailer era bastante intrigante, aunque también destripa el quiz de la historia. Si os gustan las películas en plan dramón británico, como las adaptaciones de E.M. Forster que hizo James Ivory, Nunca Me Abandones es la versión moderna de aquellas. No veáis ni leáis demasiado sobre la película; id al cine y dejaos llevar.

En los siguientes párrafos no desvelo mucho la película, pero a lo mejor doy demasiadas pistas. Avisados quedáis.

Presentada como un drama intimista, de período incierto, realmente una distopia de una realidad alternativa, aunque no resulta evidente. Nada revela la dirección artística, ni en el vestuario, ni en el lenguaje. Es la historia de un grupo de niños, cómo al crecer buscan una identidad que les ha sido negada. Un amor imposible por culpa de las circunstancias, en el que las causas quedan a medio explicar. Es desgarradora de primeras, y sinceramente perturbadora cuando piensas en el contexto semi-invisible de los eventos.

El reparto tiene a lo mejor de la nueva hornada de actores británicos, que se pueden comer Hollywood haciendo historias tontas, pero hacen estas peliculitas estupendas en su país: Carey Mulligan, Andrew Garfield, y Keira Knightley. La resignación y la mesura con la que viven su tragedia vital, sin estridencias, es una de los logros de la película; su sumisión resulta inquietante a posteriori.

La mayor pega que le puedo poner a la película es que al final queda algo fría, y le echo la culpa a la dirección y un poco a la fotografía. Visualmente parece un catálogo de moda de los 90 (¿Blueberry? ¿Cómo rábanos se llamaba la marca aquella?), con estilo pero diciendo muy poco. Se echa de menos un poco más del toque Merchant-Ivory, tratando los espacios con detalle y dando un poco de amor y magia a los paisajes. Le falta pulso, le falta engañar un poco más al espectador: hacernos creer que es una película de época, que se revela como distopia de ciencia ficción. Never Let Me Go tenía todos los ingredientes para convertirse en una de mis películas favoritas (¡dramón a lo British y ciencia ficción!), pero se quedaa medio gas. O quizás necesite verla otra vez, y dejar que la película repose un poco más.

No he leído la novela, pero como siempre dicen que es mejor. Ishiguro no me impresionó mucho con Lo que Queda del Día, pero pondré esta en la lista.

lunes, 21 de febrero de 2011

House: Una Casa Encantada Extraña y Terrorífica

La crónica de hoy no tiene nada que ver con la serie de televisión que protagoniza mi adorado Hugh Laurie, sino con una terrorífica historia de fantasmas japonesa de 1977, con el título original en inglés House (ハウス (Hausu)). Después de que hayan pasado 33 años, la película está haciendo las rondas por festivales como el de Sitges y salas de arte y ensayo. Es la película de terror más extraña que haya visto, más incluso que Messiah of Evil. Es una historia de fantasmas mezclada con las típicas historias en las que chicas inocentes encuentran un truculento fin una detrás de otra. Recuerda a Suspiria, de Dario Argento o La Residencia, de Narciso Ibáñez Serrador. Y es una de esas buenas películas que te has perdido.
Lo que diferencia a House es el contraste de imágenes estilizadas e idealizadas con la crudeza y oscuridad de la casa, utilizando la artificialidad para explicar cómo las futuras víctimas viven en una felicidad de cartón piedra. No os dejéis engañar por trasnochados efectos de chroma key, porque no se necesitan ordenadores para dar miedo. El logro de esta película es que aspira a enseñarnos las retorcidas torturas y desmembramientos de las chicas, pero más como una historia de fantasmas que una película gore. Las extremidades flotantes son perturbadoras pero también irreales, porque la película intenta mostrar cosas que son incluso difíciles de explicar: la casa devora a sus víctimas una a una. Y aunque suene a que estoy destripando la historia, no llega a explicar las proezas narrativas de la película.

La alegría e ilusión de las protagonistas alterna con los horripilantes ataques de la casa, combinando una fotografía típica de la época (contraluces, atardeceres anaranjados, filtros difuminados, gasas que flotan al aire) y decorados multicolor con una casa cubierta de telarañas, oscura y amenazadora. El director, Nobuhiko Ôbayashi, tenía experiencia como director de anuncios publicitarios, e utiliza todos el repertorio de trucos visuales disponibles en los 70: desde dobe exposición a transparencias, efectos estroboscópicos, filtros de colores, y película blanco y negro. El montaje de la película resulta ecléctico, así como la banda sonora: una melodía fantasmagórica que se repite durante toda la película, con unas cancioncillas pop en inglés que lo que consiguen es hacer la historia más desasosegante.

Para los que estéis más al día en películas de terror y cultura japonesa, esta película parece un cruce entre la serie de anime Azumanga Daioh y Evil Dead. Cuenta con siete protagonistas y cada una representa un estereotipo: la glotona, la estudiosa, la inocente, la dulce, la guapa, la peleona y la chica con talento musical. (Por cierto, Love Hina y Azumanga Daioh también siguen este modelo, aunque en un género muy diferente.) Los cruentos eventos de la película casi (solo casi) dejan chicos a Evil Dead: con mucha menos sangre y tripas, pero más imaginación si cabe.

Es imposible explicar esta película. Aunque contara el argumento no resulta tan impactante como verla. Incluso el tráiler no llega a transmitir la maravillosa extrañeza de House, aunque sí da una idea de lo que se puede esperar de ella. Una historia de fantasmas que es una película de arte y ensayo.

viernes, 11 de febrero de 2011

Valor de Ley: Los Coen también saben seguir fórmulas

Con el estreno de Valor de Ley (True Grit, 2010) en el Festival de Berlín, llega la última película de los hermanos Coen a las pantallas fuera de Norteamérica. A diferencia de lo que dicen otras fuentes, no es un remake de la película del mismo título con John Wayne, que fue la que le valió su único Oscar, sino una nueva adaptación de la novela que ya se adaptó en 1969.

Los Coen son un género en sí mismos, y sus películas son difíciles de clasificar; cuando se intenta etiquetar sus películas entre drama y comedia, nos encontramos con joyas como Fargo, o la injustamente olvidada Un Tipo Serio (A Serious Man, 2009). Incluso cuando se adentran en un género, consiguen transformarlo en algo diferente (véase Muerte Entre Las Flores (Miller's Crossing, 1990), o El Hombre que Nunca Estuvo Allí (The Man Who Wasn't There, 2001). Valor de Ley demuestra que los Coen también saben hacer una sobria película de género,  en este caso el Western. Pero esa sobriedad también me ha dejado un poco fría. Valor de Ley es un Western crepuscular, fenomenalmente escrito, precioso de ver, con un reparto ejemplar. Sin embargo, le falta un poquito de corazón, así como un pellizquito del cinismo y la excentricidad de los Coen, que es lo que siempre me atrae de su cine.

Tener a Jeff Bridges haciendo el papel de John Wayne es un buen gancho, y más cuando su previa colaboración con los Coen fue haciendo de El Nota (The Dude) en El Gran Lebowski (The Big Lebowski, 1998). Da envidia lo bien que está envejeciendo Bridges, y los papelones que está añadiendo a su repertorio. Su interpretación de viejo vaquero alcoholizado, que está de vuelta de todos los peligros del oeste americano, es divertida y conmovedora, y también es donde se nota un poquito el ramalazo de los Cohen, puesto que tiene unos pocos momentos en los que actúa como si fuera El Nota 20 años más viejo. La verdadera protagonista de la historia es la jovencísima Hailee Steinfeld, que interpreta a la decidida y cabezota Mattie Ross, quien no ceja en su empeño de vengar el asesinato de su padre. El único reproche que se le puede hacer es que suena mucho más adulta de lo que debería hacer, pero eso también es culpa del guión (y es la gracia del personaje).

La película es un recital en todos los sentidos, pero también parece que los Cohen están haciendo una película de encargo. Incluso Crueldad Intolerable (Intolerable Cruelty, 2003), una de sus películas más Hollywodienses, tiene una clara marca de la casa más obvia que Valor de Ley. Probablemente tenga que ver con Steven Spielberg, que aparece como productor ejecutivo, y con que es obvio que está calculada para la temporada de premios. Merece la pena verla: una sobria película de los Coen es siempre mucho mejor que la muchas de las aspiraciones pretenciosas que decoran las carteleras.

miércoles, 26 de enero de 2011

Machete!!

Machete es la primera película de la historia basada en un tráiler de sí misma. Cuando se estrenaron Planet Terror y Death Proof en EEUU en 2007, se proyectaban como un programa doble de películas de serie B. Para completar la broma, incluyeron una serie de tráilers falsos, algunos de ellos dirigidos por lumbreras como Edgar Wright y Eli Roth. Uno de ellos era Machete, protagonizado por el ex-presidiario Dani Trejo. La premisa de Machete era demasiado buena como para no hacer el resto de la película, así que Robert Rodriguez reclutó al director Ethan Maniquis para completar la historia. Además de reunir a los actores del tráiler, añadieron a gente como Jessica Alba, Michelle Rodriguez, Robert DeNiro, Steven Segal, y Lindsay Lohan, para así hacerla más atractiva para las grandes audiencias.

El resultado es típico de la factoría de Robert Rodríguez: Más que un cóctel, es un mejunje de ideas, en las que la mala leche queda diluida por las huecas referencias a la serie B. A veces hay más esfuerzo por justificar ciertos planos del tráiler que en contar una historia. La mayoría de las escenas por separado son hiperbólicas y divertidas, pero todas juntas son un desmadre. Lo mejor que se puede decir de la película es que es bastante entretenida, y hace de la exageración cutre todo un arte. Para mí fue la película perfecta para ver en el Alamo Drafthouse en Austin (Texas), donde se rodó la película.

Quién sabe si Machete hubiera incitado a la rebelión de los immigrantes mejicanos (como se temían los ultraconservadores estadounidenses) si la sátira estuviera más enfocada, y se hubiera empeñado menos en enseñar todo lo que estaba en el tráiler original y más en decir algo con substancia. No estoy pidiendo que fuera una película seria, la sátira es una de las mejores maneras de criticar alto y claro (ver ¿Telefono rojo? Volamos Hacia Moscú (Dr. Strangelove, 1964)). La situación de los emigrantes mejicanos en EEUU (legales e ilegales) se merecía mucha más mala leche. Lo digo como emigrante a quien le cabrean mucho las burradas como las leyes en Arizona, y que piensa que Machete es una oportunidad perdida.

Aquí os dejo con el trailer de la película, versión Cinco de Mayo (día nacional de México).

jueves, 13 de enero de 2011

Cisne Negro: La otra cara de El Luchador

La última película de Darren Aronofsky, Cisne Negro (Black Swan), es una historia de obsesión por la perfección en el arte, impedida por la represión sexual y paulatina psicosis de la protagonista. Es una historia conmovedora y horripilante, en la que la locura poco a poco se apodera del cuerpo de la protagonista, de tal manera que resulta una historia digna de David Cronenberg pero algo más soportable para el público general.


Natalie Portman lleva el peso de la historia, bailando durante la mayor parte de ella y prestando gracia y constancia al personaje. Su logro es hacer que simpaticemos con un personaje que, interpretado por otra actriz, podría haber resultado repelente: una bailarina perfeccionista, frígida, ambiciosa y paranoica perdida. Consigue transmitir el esfuerzo y la dificultad de su trabajo. Es una de esas interpretaciones de libro que seguirá dando que hablar en los próximos meses. La Portman estará en la ceremonia de los oscar más que seguro.

Lo más curioso es ver esta película como complemento a El Luchador (The Wrestler, 2008), la anterior película de Aronofsky. Los protagonistas de ambas películas son artistas que trabajan con su cuerpo, uno con la lucha libre y la otra con la danza. Los dos buscan reconocimiento, el luchador porque lo ha perdido y la bailarina porque busca que su perfección sea reconocida. Para el luchador, su oficio le hace olvidar los fracasos de su vida; para la bailarina, sus problemas emocionales interfieren con su arte. Tendría que ver de nuevo El Luchador para establecer los paralelismos, que son bastante evidentes. (Spoiler para los que la hayan visto, selecciona el texto para leerlo: el plano final de ambas películas es muy similar, con un fundido a blanco)

Cisne Negro es perturbadora y fascinante, y probablemente acabe siendo un clásico, o por lo menos como un referente en las escuelas de cine. Aronofsky inventa su propio lenguaje y del proceso resultan imágenes y escenas memorables, sobre todo las que tienen que ver con la obsesión de la protagonista y su transformación en la bailarina estrella que desea ser. De una factura intachable, saldréis del cine con la música de El Lago de los Cisnes metida en la cabeza, tan obsesionados con la obra de Tchaikovsky como el personaje de Natalie Portman

martes, 4 de enero de 2011

El Discurso del Rey: El Discreto Encanto de la Monarquía

La primera película que he visto este 2011 ha sido El Discurso del Rey (The King's Speech). La premisa se veía simpática (los problemas del Duque de York para hablar en público), y el reparto era bastante atractivo, todo presentado con un aire superbritish al que no me puedo resistir. El Discurso del Rey es encantadora; una de esas películas que son notables porque todos sus aspectos están en harmonía. Aunque puede que la película esté hecha para la temporada de premios, lo más destacable de su factura es la calculada modestia con que está hecha. Es una historia de superación personal, pero no presenciamos un milagro, ni personajes extraordinarios. De hecho, la clave de la película está en presentar a la familia real británica como una familia corriente, y las dificultades que tiene el Duque de York con un problema cotidiano que se vuelve inmenso dadas las circunstancias (ser un rey tartamudo es un papelón). Todo está hecho con mesura: un buen guión con comedia y drama en su justa medida, un reparto estupendo que sabe que no tiene que demostrar lo buenos actores que son, una narrativa audiovisual elegante pero sutil. En fin, da gusto ver una peliculita así para empezar el año.

El reparto está a punto de caramelo: Colin Firth lucha con su tartamudeo con la ayuda de un (casi sorprendentemente) comedido Geoffrey Rush; Helena Bonham-Carter se eleva a un nuevo nivel de rosa inglesa al interpretar a la Reina Madre misma. Como sorpresa (confieso que no había mirado mucho más el reparto) tenemos a Guy Pearce interpretando al Príncipe de Gales (¡cómo me gusta este hombre, vale para todo!), y a Derek Jacobi haciendo del gruñón Arzobispo de Canterbury. Michael Gambon es el rey Jorge V, y Claire Bloom es la reina consorte (los años que lleva esta señora al pie del cañón). Dos horitas de inglés posh (en versión original, claro), que harán las delicias de los anglófilos como yo y mi amigo Paco, a quien sé que le va a gustar.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Plácido (1961): Y que tengan ustedes una Feliz Navidad

Tenía reservada para ver estas fiestas Plácido, de Luis García Berlanga, como mi homenaje póstumo y personal. Casi 50 años después de su estreno, la historia está a la orden del día: la clase obrera tiene que hacer malabarismos para pagar sus facturas, mientras que los ricos juegan a guardar las apariencias e utilizan la caridad como actividad social. Vivimos en una segunda era Berlanguiana, o a lo mejor es que nunca salimos de ella. Así que mi crónica navideña es un tanto gruñona.

Plácido Alonso (Cassen)  tiene que pagar el primer plazo de su motocarro, y para conseguir el dinero tiene que conducirlo de aquí para allá. El tiempo se agota mientras que es testigo de una situación esperpéntica tras otra, siguiendo a Gabino (Jose Luis López Vázquez), que le ha prometido que le pagará y le ayudará a convencer al notario para que le deje pagar después de plazo. Plácido tiene que ayudar en un evento de caridad, en el que los ricos llevan un pobre a su casa para que cene con ellos en Nochebuena, pero que en realizad es una estrategia publicitaria de un comerciante de ollas exprés. Los pobres, los viejos, y la clase obrera son figurantes dentro del paripé y las aspiraciones vanas de los que tienen más. Como es típico de Berlanga y Azcona, es una película coral, aunque aquí tenemos dos bandos: los pobres y los ricos. Y en medio tenemos a Gabino, niño bien que intenta mantener las apariencias, pero que también es el único que medio intenta ayudar a Plácido y que trata a la gente pobre como personas (más o menos).

No me apetecen las cursiladas navideñas y los villancicos memos para celebrar las fiestas, porque hay mucha gente que lo está pasando muy mal, y las frases manidas suenan huecas. Mis mejores deseos navideños van para los Plácidos de todo el mundo, que luchan todos los días para salir adelante en un entorno social y económico que está hecho para aprovecharse de ellos.

Como dice el villancico al final de la película:

Madre, en la puerta hay un niño
Tiritando está de frío.
Anda y dile que entre,
Que calentará,
Porque en esta tierra
Ya no hay caridad,
Ni nunca la ha habido,
Ni nunca la habrá.

Feliz Navidad.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

127 Horas: Atrapado en una Grieta

ÑTengo cierta debilidad por las películas de Danny Boyle. Junto con David Fincher, es uno de los pocos directores que puede contar historias como si fuesen un videoclip. 127 horas (127 hours) es su siguente obra después de Slumdog Millionaire (2008). Lo mejor es que, en lugar de querer hacer una película con el tipo de presupuesto que puede pedir un director que ha ganado un oscar, Boyle nos regala una historia extraña y extrema, sobre un escalador que estuvo atrapado en una grieta del desierto de Utah durante cinco días, sin poder moverse porque su brazo se había quedado entre una roca y la pared de la grieta.

Si esta historia hubiera sido contada al modo de Hollywood, hubiera sido algo así como Náufrago (Cast Away, 1999), la película de Tom Hanks. Una historia en la que se nos explica la vida del protagonista durante un tercio de la película, luego sus aventuras solitarias, y luego casi otro tercio para mostrar las consecuencias. En Náufrago se inventaron un "personaje" para que Tom Hanks tuviera algo que decir, así que mientras está en la isla, se dedica a hablar al balón Wilson.

127 hours tiene pocos preámbulos, y empieza con el primer día de las peripecias de Aron Ralston, interpretado estupentamente por James Franco como un aventurero medio colgado y medio iluminado. Después de demostrarnos su espíritu aventurero, y de un breve episodio con otras dos escaladoras, un estúpido accidente marca el principio del calvario de Ralston. La mayor parte de la película tiene lugar en una grieta, con un espacio mínimo para mover tanto la cámara como el actor. Lo que es más, el diálogo es bastante mínimo, en su mayoría dirigido a la cámara de vídeo en la que Ralston graba sus diarios. Todo está basado en hechos reales.



Antes de ver la película tenía mis dudas de si se podía hacer algo interesante con un protagonista solo y atrapado en una roca durante cinco días. Sabía lo que había pasado en realidad (atención: spoilers), y me preguntaba cómo se podría hacer creíble el que alguien decida cortarse el brazo.

Y ahí está la mano de Danny Boyle, con un buen guión, magnífico montaje, y James Franco llenando la pantalla, para hacer de Aron Ralston un personaje fascinante y de su suplicio una epifanía. Lo mejor es que la película no es una hagiografía de Ralston, ni se le hace un superhéroe: esa sería la versión al puro estilo Hollywood. 127 hours nos hace simpatizar con el protagonista, estamos atrapados con él, pero su historia es de supervivencia y de perseverancia. Cuidado: los más sensíbles (y puede que también los más duros) probablemente paséis un mal rato al final. Pero merece la pena.

127 horas es bastatnte ecléctica, pero también transmite una alegría de vivir que podemos entender y compartir. Un golpe de aire fresco que nos promete que a Danny Boyle no se le ha subido el óscar a la cabeza, y con el que tanto él como James Franco ya están haciendo las rondas en las ceremonias de premios de estas temporada.

martes, 7 de diciembre de 2010

The Walking Dead, Primera Temporada

Acaba de terminar de emitirse la primera temporada de The Walking Dead en EEUU, con tan sólo seis episodios. Basada en un cómic que sigue publicándose, la serie ha tenido un casi inesperado éxito de audiencia, sobre todo porque resulta extraño que una serie sobre un apocalipsis zombi haya acabado siendo más popular que Mad Men, producida por la misma cadena. The Walking Dead es la historia de la desolación y desesperanza definitiva de la humanidad, causada por una epidemia que transforma a la población en muertos vivientes. Y los muertos que no descansan a veces demuestran que puede que les quede algo de humanidad, o quizás sea algo que los vivos quieren ven en ellos.


No puedo juzgar cómo es la adaptación del cómic porque no lo he leído (está en mi larga lista de lectura). Como serie de televisión, es francamente irregular: arranca espectacularmente, con momentos desgarradores y también con escenas con tantas tripas que no me explico cómo la emiten en un canal de televisión "en abierto" (network television que lo llaman aquí); luego hay bastante relleno, vuelve a remontar y conmover, para finalmente acabar como una película de acción Hollywoodiense idiota que poco tiene que ver con la premisa inicial, y que traiciona el espíritu de la serie. Merece la pena verla (si no os importan mucho la sangre y las tripas), aunque ya os advierto que la calidad varía bastante de capítulo a capítulo. 

El éxito de la serie no es infundado. Es un drama apocalíptico en toda regla, que toma la epidemia y aplica sus consecuencias lógicas: la rápida desintegración de la sociedad, las secuelas psicológicas de perder a los seres queridos, del desarraigo, y de estar rodeados por la muerte. Creía que a lo mejor los zombis iban a repeler a muchos, pero al final tendré razón y parte del éxito de la serie se debe a que, en tiempos de crisis, las historias de horror resultan casi reconfortantes, y el apocalipsis zombi es definitivamente mucho peor que el terrible bajón económico.
Como nota personal, lo que me descoloca un poco es que la acción tiene lugar en Atlanta y alrededores, donde viví tres años. Así reconozco bastantes lugares que aparecen (en el centro de la ciudad, detrás del cuartel general de la Cocacola, y el acuario, entre otros), y que no han tenido que cortar muchas calles para rodar, porque Atlanta tiene pocos peatones. Pero dos otras cosas que no me cuadran. 1- En Atlanta no hay tantos autobuses, el transporte público es irrisorio. También faltan zombis superobesos, porque la cantidad de gente que se pasa de la XXL en Atlanta sí que es terrorífica.
Por lo que parece, la serie se está emitiendo en la cadena Fox en países de habla hispana (España, Argentina y México al menos), aunque creo que todavía no está doblada. Supongo que las cadenas se apuran a poner las series, aunque sea con subtítulos, para contrarrestar la efectividad y rapidez del P2P.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

La Red Social (The Social Network): ¿Cuánto valen tus amigos?

Tengo una teoría sobre David Fincher: alterna truños con películas estupendas.* De momento, mi teoría se mantiene: La Red Social (The Social Network, 2010) es una historia sólida y bien contada, y aunque no me termine de llegar, da gusto ver películas así.

La Red Social trata con la paradoja de la vida de Mark Zuckerberg, co-fundador de la megared de redes Facebook: mientras que creó un sistema para ayudar a la gente a mantenerse en contacto (y a seguir sus páginas favoritas), Zuckerberg es retratado como alguien que tiene dificultades para hacer amigos y mantenerlos. El guión de Aaron Sorkin (El ala oeste de la Casa Blanca) consigue que esta historia, llena de decisiones de negocios, diseños de arquitectura informática y pleitos, sea interesante y, sobre todo, inteligible. Lo mejor es que no intenta dar demasiadas explicaciones sobre la conducta de Zuckerberg; las razones se intuyen pero sin dar explicaciones bobas. Consigue que una historia que, la verdad, me importaba poco, se vuelva algo instructivo e interesante.

Mi momento favorito de la película reúne el buen hacer de la narrativa visual de Fincher con la banda sonora de Trent Reznor (Nine Inch Nails) y Atticus Ross, que versiona  el Peer Gynt de Edvard Grieg. Fincher tira de sus raíces de director de vídeos musicales para narrar una regata, acompañada de una version electrónica y distorsionada de In The Hall of the Mountain King.

La Red Social es más que un retrato de la historia de nuestro tiempo, es una película de época, aunque sólo hayan pasado seis o siete años desde los hechos que cuenta. Merece la pena.



* A saber: Alien 3(1992) = truño; Se7en (1995) = puro noir de los 90; The Game (1997) = truño; Fight Club (1997) = subversión a ritmo de MTV; Panic Room (2002) = truño; Zodiac (2007) = un thriller sobrio que no fue lo suficientemente reconocido; El curioso caso de Benjamin Button (2008) = un poco menos truño, pero bastante aburrida (y un remake encubierto de Forrest Gump (1994)). Por la misma teoría, The Girl With The Dragon Tattoo, la siguente película de Fincher, se avecina como truño (Hollywood no puede hacer una película lo suficientemente sórdida como las novelas, y las películas que ya se han hecho en Suecia son bastante buenas). 

viernes, 29 de octubre de 2010

Messiah of Evil (1973): La pesadilla que no conoces

Como Halloween cae en domingo este año, podemos dedicar el fin de semana a las historias de miedo. Messiah of Evil  es una película setentera que posee una imaginería perturbadora y surreal, con fotografía de un catálogo de modas y decoración de los 70 y ecos de H.P. Lovecraft. Lo mejor es que es una de las películas que podemos descargar gratis y legalmente de la red.

La premisa es la siguiente: una mujer viaja a el pueblo costero donde vive su padre, quien en sus últimas cartas parecía indicar que había contraído una enfermedad. El lugar parece un tanto deshabitado, y la gente con la que se encuentra son un tanto extraña. Al caer la noche, las calles se vuelven más animadas... y peligrosas.


Messiah of Evil es un cruce de La Noche de los Muertos Vivientes (Night of the Living Dead, 1968) con David Lynch, con las paulatinas pérdidas de cordura que nos encontramos en las historias de Lovecraft. Algunas de las imágenes son realmente memorables, nunca porque enseñen tripas o demasiada sangre, sino por la extrañeza e inquietud que transmiten. La película crea la sensación de que el espectador está atrapado en una pesadilla, gracias a una fotografía y montajes surreales. El único problema de la película es también el producto cineastas que acababan de salir de la universidad, y entre todas las referencias y homenajes, ponen a una protagonista y tres personajes que parece que se han escapado de una película de Antonioni. Los protagonistas son una panda de post-hippies, que se creen la pera, pero que son pura pose y están huecos por dentro. (Le tengo un poco de manía a Antonioni...)


La película también se conoce como Dead People, y está escrita y dirigida por Willard Huyck y Gloria Katz, guionistas de American Grafitti (1973), Indiana Jones y el Templo Maldito (1984), y (para su deshonra) Howard el Pato (1986). Esta obra demuestra que apuntaban talento, aunque probablemente trabajar a la sombra de George Lucas les haya hecho caer en el olvido.

Por lo que parece que no se estrenó en países de habla hispana, así que gracias a la Red tenéis la oportunidad de ver una película de cuasi-culto. Lamentablemente, la copia que está disponible en el dominio público utiliza pan-scan (es decir, la imagen está recortada a los lados), y no he encontrado subtítulos, pero aún así, merece la pena.

Si todavía no te he convencido para que te descargues la película, gratis y legalmente, de archive.org, échale un vistazo a este fragmento de la película (si te atreves...).

Y si no te gusta el terror y pasas de Halloween, puedes leer mis otras recomendaciones de películas que puedes ver online, gratis y de manera legal.

viernes, 24 de septiembre de 2010

La Venganza de la Mujer Pantera: Una Obra Maestra Incomprendida

La Mujer Pantera (Cat People, 1942) es una película de culto cinéfilo, tanto que en 1982 Paul Schrader realizó un remake con Nastassja Kinski. El prestigio no es desmerecido: a pesar de ser una película de serie B, es una historia compleja, bien escrita y fabulosamente realizada. Los críticos de cine suelen olvidar de la secuela a esta película, La Venganza de la Mujer Pantera, (Curse of the Cat People, 1944), que es una de las películas más bonitas que haya visto. Es otra de esas buenas películas que incluso los  más cinéfilos se han perdido. Y lo mejor de todo es que está disponible online, gratis y legalmente en archive.org, como tantas otras películas que ya he reseñado.




La Venganza de la Mujer Pantera (también conocida con el título más literal La Maldición de la Mujer Pantera) continúa con la historia de la película original, que poco tiene que ver con la venganza. Voy a evitar contar el argumento para no estropeárselas a quienes las han visto. Fue dirigida por Gunther von Fritsch, y Robert Wise, quien fue llamado para completarla cuando a von Fritsch se le pasó el plazo de rodaje. Algunas críticas se quejan de que esto es una secuela floja, porque no tiene nada que ver con el género de terror. El error de estas críticas está precisamente en considerar La Mujer Pantera una película de terror, puesto que así fue publicitada en su día. Aunque es cierto que tiene ciertas escenas que dan bastante miedo (la escena en la piscina es famosa), lo que el film relata el drama de una inmigrante cuya herencia cultural resulta ser (literalmente) una maldición que no es comprendida por el hombre a quien ama.

Esta aparente paradoja es típica de las películas de Val Lewton, a quien RKO le encargaba la producción de las películas de serie B (que eran las películas que se proyectaban en segundo lugar en un programa doble), con presupuesto ínfimo y reutilizando los decorados de las películas de serie A. Se suponía que debían ser películas de género, normalmente de terror, y así es como eran presentadas. El resultado, sin embargo, eran películas en las que los personajes eran de psicología compleja; en lugar del susto fácil, tenemos conflictos humanos en los que no hay buenos ni malos, sino gente con serios problemas personales. A pesar de los presupuestos limitados, Lewton supo rodearse de buenos buenos equipos que hacían que la factura de la película fuera tan buena como la de las películas más caras. En el caso de las dos películas que nos ocupan, fueron rodadas en los decorados de El Cuarto Mandamiento (The Magnificent Ambersons, 1942), otra película magistral.

La Venganza de la Mujer Pantera tiene ese título porque la RKO quería que estuviese claro que era una secuela y que tuviera un título impactante. El cartel de la película también engaña porque pinta la película como si fuera de terror. El título original de la película era "Amy and Her Friend," que refleja con mucha más fidelidad el argumento de la película. Amy es la niña protagonista de la película, interpretada por Ann Carter en una ejemplar actuación infantil. Es una niña distinta, sin amigos, e incomprendida por su padre, que sin ser autoritario se empeña en que se vuelva una niña normal, y le ordena que "haga amigos" (como si fuera tan fácil). Hasta que un día se hace amiga de una señora a la que sólo ella puede ver... pero que no es todo lo imaginaria de lo que sus padres creen. Y hasta aquí puedo leer.

Lejos de ser una película de terror, sino un cuento melancólico. Los personajes son mayormente femeninos, encarnando diferentes casos de soledad, incomprensión e aislamiento. Esta es otra de las razones por las que la película es memorable, es una historia protagonizada por mujeres, cada una representa diferentes modos de vida, que cada una más o menos ha elegido para sí misma buscando la felicidad, pero sin encontrarla la mayoría de las veces.

La Mujer Pantera y La Venganza de la Mujer Pantera son un excelente programa doble para el otoño. Mientras que la película original es fácil de conseguir en DVD, parece que la secuela está descatalogada en su versión castellana, y no parece haber versión en español latino. Como ya he dicho, podéis encontrarla íntegramente online. Si estáis interesados en adquirir las dos películas, tendréis que buscar el estupendo DVD estadounidense, con las dos películas, subtítulos en español comentarios y entrevistas.