Después de muchas peripecias, por fin he visto Balada Triste de Trompeta (2010), la última película de Álex de la Iglesia. Rocambolesca y barroca, es una película incómoda a la vez que cautivadora. Está lejos de ser una película redonda, sus cualidades inclasificables han dividido a los críticos, pero los riesgos que ha tomado De la Iglesia para contar esta historia, tan retorcida como personal, hacen que merezca la pena el mal rato que se pasa.
El humor de Balada Triste de Trompeta es negro tizón, negro del que no se quita, negro tan negro que es incómodo y llega un punto en el que no tiene gracia. Desde mi punto de vista, es porque no es una comedia, sino una película de terror. La brillantísima secuencia de créditos iniciales lo deja claro: el montaje hace claros los paralelos entre los políticos, los religiosos, con los payasos y las figuras del cine de terror y fantástico. La imaginería fascista y católica es puntuada con una música para los pasos de semana santa. Es una historia de sufrimiento continuo y sus efectos devastadores. Es como si Michael Haneke se fuma un porro y se pone a contar la historia de España como si fuera una película de acción Hollywoodiense.
La parte más floja es la de los personajes, que se ven un tanto desdibujados. Javier (Carlos Areces) es de quien más sabemos, pero eso no nos ayuda a entender el porqué de su conducta (y su locura). Queda claro que és un imbécil, pero hasta los imbéciles pueden tener encanto (como ya nos ha demostrado otras veces De la Iglesia). Las contradicciones que motivan el triángulo amoroso de la película no parten de la naturaleza inconsistente del ser humano, sino de poner los personajes al servicio de un argumento que tiene menos importancia de la que parece. A veces parece que hay una metáfora entre escena y escena; Natalia (Carolina Bang) se divide entre el payaso político Sergio (interpretado por Antonio de la Torre) y el payaso religioso, Javier. El principal problema es una tendencia a forzar situaciones memorables, como los artistas circenses en una batalla luciendo sus trajes a un payaso psicópata armado con una metralleta, pero sin dejar que la psicología de los personajes avanze los eventos de la historia. El reparto, compuesto de los habituales del director, es lo que salva un poco los desvaríos argumentales. (Todavía no me he recuperado de oír a Manuel Tejada, galán español de los 80, diciendo "joder").
En España la película ha salido en DVD hace poco. En Argentina tiene que estar ya en las pantallas ; no he encontrado fecha de estreno en el resto de países hispanohablantes, En los EEUU nos tenemos que esperar hasta agosto para verla en pantalla grande, y aún y así su distribución será limitada.
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