El martes a medianoche acabaron las emisiones de CNN+ después de 11 años en antena. Y es una putada. Era el canal que me permitía saber qué es lo que pasaba en España (y en el resto del mundo, porque si vives en EEUU las noticias internacionales son una broma). Era mi fuente de noticias en castellano, y aunque hay muchas otras fuentes de noticias en español en internet, a la que le tenía más cariño. Cuando llegué a EEUU era la única cadena española que se podía ver de manera fiable; el streaming no era público pero siempre se podía encontrar un enlace que funcionara. El día de los atentados del 11-M, que sentí muy cerca aunque estuviera en Boston, estuve al día de lo que pasaba gracias a CNN+. Escuchaba las noticias mientras hacía las cosas de la casa; me llevaba el portátil a la habitación donde estuviera y lo utilizaba como si fuera un transistor, echando un vistado de cuando en cuando. Gracias a la emisión 24 horas, podía enterarme de las noticias aunque fueran las 3 de la mañana en España. Las voces de los locutores, las musiquillas, y las promos me han hecho compañía todos estos años, porque me proporcionaban un vínculo con mi vida en España. Ahora que se ha acabado, estoy como un poco perdida y me siento un tanto desconectada.
Como cualquier fuente de noticias, CNN+ seguía una ideología. El objetivismo absoluto en las noticias no existe, pero se puede dar cabida a diferentes posturas. Gracias al buen hacer periodístico de CNN+, también había sitio para ideologías contrarias, había debates que incluían a gente que no estaba de acuerdo, pero que podían hablar sin tirarse los trastos a la cabeza. Estar al día era fácil porque las noticias se actualizaban cada pocas horas; con la adquisición de Telecinco llegaron más reportajes (y durante una temporada el Caiga Quien Caiga) y menos noticias habituales, pero la calidad no se resintió.
Desde aquí quiero dar las gracias al enorme equipo de CNN+ por su buen hacer durante tantos años, y mandarles un mensaje de ánimo, con la esperanza de que encuentren la manera de seguir haciendo periodismo que ha caracterizado a la cadena.
Lo más triste es que CNN+ cierra porque no era rentable. Es la misma filosofía que tienen aquí en EEUU: las noticias tienen que ser espectáculo para que la gente las vea, no información o servicio publico; no se puede pedir a la audiencia que piense. Dice mucho de los ejecutivos de televisión, pero también dice mucho de la mayoría de los televidentes. Por lo visto, el canal 24 horas de Gran Hermano tiene pinta de ser más rentable que las noticias actualizadas, el debate y la información que hace pensar. Ver los minutos finales de CNN+ te rompe el corazón, cuando ni siquiera dejan un segundo para que se vea le cartel que anuncia el fin de las emisiones y meten directamente el logo de Gran Hermano.
Aunque hay muchas fuentes para poder ver televisión española online, además de televisiones de habla hispana tanto por internet como por el cable de EEUU, la pérdida de CNN+ es irreparable.
viernes, 31 de diciembre de 2010
viernes, 24 de diciembre de 2010
Plácido (1961): Y que tengan ustedes una Feliz Navidad
Tenía reservada para ver estas fiestas Plácido, de Luis García Berlanga, como mi homenaje póstumo y personal. Casi 50 años después de su estreno, la historia está a la orden del día: la clase obrera tiene que hacer malabarismos para pagar sus facturas, mientras que los ricos juegan a guardar las apariencias e utilizan la caridad como actividad social. Vivimos en una segunda era Berlanguiana, o a lo mejor es que nunca salimos de ella. Así que mi crónica navideña es un tanto gruñona.
Plácido Alonso (Cassen) tiene que pagar el primer plazo de su motocarro, y para conseguir el dinero tiene que conducirlo de aquí para allá. El tiempo se agota mientras que es testigo de una situación esperpéntica tras otra, siguiendo a Gabino (Jose Luis López Vázquez), que le ha prometido que le pagará y le ayudará a convencer al notario para que le deje pagar después de plazo. Plácido tiene que ayudar en un evento de caridad, en el que los ricos llevan un pobre a su casa para que cene con ellos en Nochebuena, pero que en realizad es una estrategia publicitaria de un comerciante de ollas exprés. Los pobres, los viejos, y la clase obrera son figurantes dentro del paripé y las aspiraciones vanas de los que tienen más. Como es típico de Berlanga y Azcona, es una película coral, aunque aquí tenemos dos bandos: los pobres y los ricos. Y en medio tenemos a Gabino, niño bien que intenta mantener las apariencias, pero que también es el único que medio intenta ayudar a Plácido y que trata a la gente pobre como personas (más o menos).
No me apetecen las cursiladas navideñas y los villancicos memos para celebrar las fiestas, porque hay mucha gente que lo está pasando muy mal, y las frases manidas suenan huecas. Mis mejores deseos navideños van para los Plácidos de todo el mundo, que luchan todos los días para salir adelante en un entorno social y económico que está hecho para aprovecharse de ellos.
Como dice el villancico al final de la película:
Madre, en la puerta hay un niño
Tiritando está de frío.
Anda y dile que entre,
Que calentará,
Porque en esta tierra
Ya no hay caridad,
Ni nunca la ha habido,
Ni nunca la habrá.
Feliz Navidad.
Plácido Alonso (Cassen) tiene que pagar el primer plazo de su motocarro, y para conseguir el dinero tiene que conducirlo de aquí para allá. El tiempo se agota mientras que es testigo de una situación esperpéntica tras otra, siguiendo a Gabino (Jose Luis López Vázquez), que le ha prometido que le pagará y le ayudará a convencer al notario para que le deje pagar después de plazo. Plácido tiene que ayudar en un evento de caridad, en el que los ricos llevan un pobre a su casa para que cene con ellos en Nochebuena, pero que en realizad es una estrategia publicitaria de un comerciante de ollas exprés. Los pobres, los viejos, y la clase obrera son figurantes dentro del paripé y las aspiraciones vanas de los que tienen más. Como es típico de Berlanga y Azcona, es una película coral, aunque aquí tenemos dos bandos: los pobres y los ricos. Y en medio tenemos a Gabino, niño bien que intenta mantener las apariencias, pero que también es el único que medio intenta ayudar a Plácido y que trata a la gente pobre como personas (más o menos).
No me apetecen las cursiladas navideñas y los villancicos memos para celebrar las fiestas, porque hay mucha gente que lo está pasando muy mal, y las frases manidas suenan huecas. Mis mejores deseos navideños van para los Plácidos de todo el mundo, que luchan todos los días para salir adelante en un entorno social y económico que está hecho para aprovecharse de ellos.
Como dice el villancico al final de la película:
Madre, en la puerta hay un niño
Tiritando está de frío.
Anda y dile que entre,
Que calentará,
Porque en esta tierra
Ya no hay caridad,
Ni nunca la ha habido,
Ni nunca la habrá.
Feliz Navidad.
miércoles, 22 de diciembre de 2010
127 Horas: Atrapado en una Grieta
ÑTengo cierta debilidad por las películas de Danny Boyle. Junto con David Fincher, es uno de los pocos directores que puede contar historias como si fuesen un videoclip. 127 horas (127 hours) es su siguente obra después de Slumdog Millionaire (2008). Lo mejor es que, en lugar de querer hacer una película con el tipo de presupuesto que puede pedir un director que ha ganado un oscar, Boyle nos regala una historia extraña y extrema, sobre un escalador que estuvo atrapado en una grieta del desierto de Utah durante cinco días, sin poder moverse porque su brazo se había quedado entre una roca y la pared de la grieta.
Si esta historia hubiera sido contada al modo de Hollywood, hubiera sido algo así como Náufrago (Cast Away, 1999), la película de Tom Hanks. Una historia en la que se nos explica la vida del protagonista durante un tercio de la película, luego sus aventuras solitarias, y luego casi otro tercio para mostrar las consecuencias. En Náufrago se inventaron un "personaje" para que Tom Hanks tuviera algo que decir, así que mientras está en la isla, se dedica a hablar al balón Wilson.
127 hours tiene pocos preámbulos, y empieza con el primer día de las peripecias de Aron Ralston, interpretado estupentamente por James Franco como un aventurero medio colgado y medio iluminado. Después de demostrarnos su espíritu aventurero, y de un breve episodio con otras dos escaladoras, un estúpido accidente marca el principio del calvario de Ralston. La mayor parte de la película tiene lugar en una grieta, con un espacio mínimo para mover tanto la cámara como el actor. Lo que es más, el diálogo es bastante mínimo, en su mayoría dirigido a la cámara de vídeo en la que Ralston graba sus diarios. Todo está basado en hechos reales.
Antes de ver la película tenía mis dudas de si se podía hacer algo interesante con un protagonista solo y atrapado en una roca durante cinco días. Sabía lo que había pasado en realidad (atención: spoilers), y me preguntaba cómo se podría hacer creíble el que alguien decida cortarse el brazo.
Y ahí está la mano de Danny Boyle, con un buen guión, magnífico montaje, y James Franco llenando la pantalla, para hacer de Aron Ralston un personaje fascinante y de su suplicio una epifanía. Lo mejor es que la película no es una hagiografía de Ralston, ni se le hace un superhéroe: esa sería la versión al puro estilo Hollywood. 127 hours nos hace simpatizar con el protagonista, estamos atrapados con él, pero su historia es de supervivencia y de perseverancia. Cuidado: los más sensíbles (y puede que también los más duros) probablemente paséis un mal rato al final. Pero merece la pena.
127 horas es bastatnte ecléctica, pero también transmite una alegría de vivir que podemos entender y compartir. Un golpe de aire fresco que nos promete que a Danny Boyle no se le ha subido el óscar a la cabeza, y con el que tanto él como James Franco ya están haciendo las rondas en las ceremonias de premios de estas temporada.
Si esta historia hubiera sido contada al modo de Hollywood, hubiera sido algo así como Náufrago (Cast Away, 1999), la película de Tom Hanks. Una historia en la que se nos explica la vida del protagonista durante un tercio de la película, luego sus aventuras solitarias, y luego casi otro tercio para mostrar las consecuencias. En Náufrago se inventaron un "personaje" para que Tom Hanks tuviera algo que decir, así que mientras está en la isla, se dedica a hablar al balón Wilson.
127 hours tiene pocos preámbulos, y empieza con el primer día de las peripecias de Aron Ralston, interpretado estupentamente por James Franco como un aventurero medio colgado y medio iluminado. Después de demostrarnos su espíritu aventurero, y de un breve episodio con otras dos escaladoras, un estúpido accidente marca el principio del calvario de Ralston. La mayor parte de la película tiene lugar en una grieta, con un espacio mínimo para mover tanto la cámara como el actor. Lo que es más, el diálogo es bastante mínimo, en su mayoría dirigido a la cámara de vídeo en la que Ralston graba sus diarios. Todo está basado en hechos reales.
Antes de ver la película tenía mis dudas de si se podía hacer algo interesante con un protagonista solo y atrapado en una roca durante cinco días. Sabía lo que había pasado en realidad (atención: spoilers), y me preguntaba cómo se podría hacer creíble el que alguien decida cortarse el brazo.
Y ahí está la mano de Danny Boyle, con un buen guión, magnífico montaje, y James Franco llenando la pantalla, para hacer de Aron Ralston un personaje fascinante y de su suplicio una epifanía. Lo mejor es que la película no es una hagiografía de Ralston, ni se le hace un superhéroe: esa sería la versión al puro estilo Hollywood. 127 hours nos hace simpatizar con el protagonista, estamos atrapados con él, pero su historia es de supervivencia y de perseverancia. Cuidado: los más sensíbles (y puede que también los más duros) probablemente paséis un mal rato al final. Pero merece la pena.
127 horas es bastatnte ecléctica, pero también transmite una alegría de vivir que podemos entender y compartir. Un golpe de aire fresco que nos promete que a Danny Boyle no se le ha subido el óscar a la cabeza, y con el que tanto él como James Franco ya están haciendo las rondas en las ceremonias de premios de estas temporada.
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jueves, 16 de diciembre de 2010
Adiós, Blake Edwards
Anuncia Variety que hoy ha muerto Blake Edwards a los 88 años. Sin ser un revolucionario del cine, fue durante muchos años un estupendo director y guionista que nos dejó películas que siempre son una delicia revisitar, y que han envejecido estupendamente. También ha sido un director muy versátil, desde la comedia al drama. Aquí tenéis una breve lista de las películas que podéis ver esto días en su memoria.
Y para recordar a Edwards como el genio de la comedia elegante de los 60, aquí tenemos a Audrey Hepburn cantando Moon River, y la batalla de tartas de La Gran Carrera.
Sé que tiendo a escribir bastantes obituarios, creo que es la edad y el sentir que las figuras que siempre han sido referencia cinéfila en mi vida se van yendo poco a poco. Mi tía me llevó a ver Víctor o Victoria de pequeña, y aún le tengo cariño a la peliculita, que no es precisamente para niños...
- Operación Pacífico (Operation Petticoat, 1958)
- Desayuno con Diamantes (Breakfast at Tiffany's, 1961)
- Días de Vino y Rosas (Days of Wine and Roses, 1962)
- La Pantera Rosa (The Pink Panther, 1963)
- La Gran Carrera (The Great Race, 1965)
- Víctor o Victoria (Victor/Victoria, 1982)
Y para recordar a Edwards como el genio de la comedia elegante de los 60, aquí tenemos a Audrey Hepburn cantando Moon River, y la batalla de tartas de La Gran Carrera.
Sé que tiendo a escribir bastantes obituarios, creo que es la edad y el sentir que las figuras que siempre han sido referencia cinéfila en mi vida se van yendo poco a poco. Mi tía me llevó a ver Víctor o Victoria de pequeña, y aún le tengo cariño a la peliculita, que no es precisamente para niños...
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martes, 7 de diciembre de 2010
The Walking Dead, Primera Temporada
Acaba de terminar de emitirse la primera temporada de The Walking Dead en EEUU, con tan sólo seis episodios. Basada en un cómic que sigue publicándose, la serie ha tenido un casi inesperado éxito de audiencia, sobre todo porque resulta extraño que una serie sobre un apocalipsis zombi haya acabado siendo más popular que Mad Men, producida por la misma cadena. The Walking Dead es la historia de la desolación y desesperanza definitiva de la humanidad, causada por una epidemia que transforma a la población en muertos vivientes. Y los muertos que no descansan a veces demuestran que puede que les quede algo de humanidad, o quizás sea algo que los vivos quieren ven en ellos.
No puedo juzgar cómo es la adaptación del cómic porque no lo he leído (está en mi larga lista de lectura). Como serie de televisión, es francamente irregular: arranca espectacularmente, con momentos desgarradores y también con escenas con tantas tripas que no me explico cómo la emiten en un canal de televisión "en abierto" (network television que lo llaman aquí); luego hay bastante relleno, vuelve a remontar y conmover, para finalmente acabar como una película de acción Hollywoodiense idiota que poco tiene que ver con la premisa inicial, y que traiciona el espíritu de la serie. Merece la pena verla (si no os importan mucho la sangre y las tripas), aunque ya os advierto que la calidad varía bastante de capítulo a capítulo.
El éxito de la serie no es infundado. Es un drama apocalíptico en toda regla, que toma la epidemia y aplica sus consecuencias lógicas: la rápida desintegración de la sociedad, las secuelas psicológicas de perder a los seres queridos, del desarraigo, y de estar rodeados por la muerte. Creía que a lo mejor los zombis iban a repeler a muchos, pero al final tendré razón y parte del éxito de la serie se debe a que, en tiempos de crisis, las historias de horror resultan casi reconfortantes, y el apocalipsis zombi es definitivamente mucho peor que el terrible bajón económico.
Como nota personal, lo que me descoloca un poco es que la acción tiene lugar en Atlanta y alrededores, donde viví tres años. Así reconozco bastantes lugares que aparecen (en el centro de la ciudad, detrás del cuartel general de la Cocacola, y el acuario, entre otros), y que no han tenido que cortar muchas calles para rodar, porque Atlanta tiene pocos peatones. Pero dos otras cosas que no me cuadran. 1- En Atlanta no hay tantos autobuses, el transporte público es irrisorio. También faltan zombis superobesos, porque la cantidad de gente que se pasa de la XXL en Atlanta sí que es terrorífica.
Por lo que parece, la serie se está emitiendo en la cadena Fox en países de habla hispana (España, Argentina y México al menos), aunque creo que todavía no está doblada. Supongo que las cadenas se apuran a poner las series, aunque sea con subtítulos, para contrarrestar la efectividad y rapidez del P2P.
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viernes, 3 de diciembre de 2010
Todas las Cabeceras de las Series de Anime son Iguales
Este montaje recoge momentos de 92 series de dibujos animados japonesas, desde mediados de los 80 hasta ahora. La gracia está en que es una lista de todos los clichés que utilizan en las cabeceras, y la verdad es que lo clavan. El vídeo tiene menos gracia si has visto pocas series anime, pero si eres un incipiente otaku hispanohablante te darás unas risas. (No os olvidéis de que todos somos un poco frikis y llevamos viendo animación japonesa toda la vida...)
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