
(Si no habéis visto La Cabina, y no queréis que os estropee lo que pasa, no sigáis leyendo.)
Mercero afirmó que la historia no era una alegoría, aunque si admitió que se presta a muchas interpretaciones. A pesar de que no fuera su intención, resulta evidente por qué La Cabina tuvo tal impacto en España: vemos una crítica de una sociedad autocomplaciente, que en lugar de ayudar al hombre con problemas se mofa de él y lo considera un espectáculo. Si nos acordamos que todavía le quedaban cinco años a la dictadura de Franco, también se entiende el terror a ser secuestrado por una razón inexpicable y acabar tirado en una caja oscura, olvidado por el resto de la sociedad, y sin poder ni siquiera pedir ayuda.
Después de que este mediometraje se emitiera por televisión, y durante muchos años, la gente que tenía que utilizar las cabinas de teléfono ponía el pie entre la puerta y la jamba de la cabina de teléfono, para que no se cerrara.